Sobre el diaconado de las mujeres
Fidalgo / 21 Giugno 2019

    Sobre el diaconado de las mujeres «Sigamos adelante a estudiar. No tengo miedo al estudio, pero hasta este momento no va» (Francisco). Es un tema sobre el cual se ha estudiado mucho, y es bueno que se siga haciendo. Que la Tradición en general no es muy unánime y los testimonios son dispersos, aunque bastante claros, también es cierto. Entre ellos, que en la Iglesia primitiva existían mujeres llamadas diaconisas, que desarrollaban ciertos servicios en la comunidad, parece muy unánime. Así como que no siempre fueron consideradas formando parte, a pleno derecho, del sacramento del Orden. Pero hay dos cuestiones previas. Ante todo, una clave que necesita ser asumida y superada, la que se desprende del paradigma clerical, que es esencialmente patriarcal y machista. Es un intento que se viene realizando de manera más decisiva desde el Vaticano II, pero con pocas marchas y muchas contramarchas. Pues todavía cuesta configurarse desde un paradigma antropológico más integral, y no solo porque lo reclamen las sensibilidades epocales, que por cierto son parte de esos signos de los tiempos que el Espíritu sigue ofreciendo a los/as seguidores/as de Jesús para proseguir su misión, sino, además y por sobre todo, por fidelidad…

No duelen los escándalos hasta que los escándalos no duelen…
Fidalgo / 22 Marzo 2019

No duelen los escándalos hasta que los escándalos no duelen… Lo dice el papa Francisco, lo comentan los curas y los laicos más comprometidos, lo expande como regadío la prensa, no pocas veces muy amarilla e indolente: los escándalos sexuales golpean a la Iglesia. Hay que aceptarlo y enfrentarlo. Se debe hacer justicia. Ciertamente. Pero, ¿cuál? ¿De qué modo? Si el dolor solo lleva al revanchismo, a las venganzas y a las búsquedas de meras compensaciones de dinero y al clásico: “que se pudra en la cárcel”. Poco hemos avanzado en humanidad, poco aprendemos de nuestras heridas. El verdadero dolor busca abrir paso a la cura, a la compasión, tanto por la víctima como por el victimario, con todas las diferencias del caso, pero no sin que esas diferencias diferencien el modo de hacer justicia. Una cosa es cierta, estos sucesos nos llaman a vivir con mayor transparencia, a decirle definitivamente adiós a todo tipo de ocultamiento, pero ello no quiere decir perder el respeto por las personas, por las que se equivocan y por las víctimas de dicho equívocos. Además, toda situación necesita su discernimiento, analizar las causas, personales y estructurales, y por ende clarificar las responsabilidades en cada…