Cuando los gritos proféticos molestan. Los jóvenes y el cambio climático

Últimamente hemos presenciado declaraciones y manifestaciones en las cuales los jóvenes, con diversas formas, han reclamado que se haga algo urgente y concreto para enfrentar el problema presente y futuro del cambio climático. Reclaman a los políticos y empresas tomas de decisiones importantes, estructurales y sistémicas, que abandonen la lógica del lucro y asuman, podríamos decir, una lógica del cuidado integral de las personas y del ambiente. Se reclama un mundo que sea en verdad habitable, mediante políticas y estrategias más sostenibles y respetuosas de una ecología integral. Se organizan eventos y conferencias, a las que no siempre adhieren los más implicados en poner manos a la obra, y en general se pasa poco y muy lentamente a las acciones concretas. Hay muchos intereses en juego, y quizás sea hora que estos sean puestos de manifiesto, y claramente analizados y denunciados. Aquí la teología moral tendría que hacer sentir su voz y colaboración interdisciplinar.

Muchos son los ejemplos, ofrezco dos muy recientes, el de la activista sueca Greta Thunberg y el de Bruno Rodríguez, joven argentino de 19 años estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Buenos Aires.

Claro está, cuando las protestas molestan comienzan las críticas defensivas, acusando a los jóvenes de incoherencias, de ser manipulados por ciertos sectores  o por ideologizaciones de tipo “verde” o de “izquierdas”, o hasta de sectores económicos que buscan sacar ventajas de ciertas política ecologistas, etc. Ciertamente puede que haya mucho de ello, pues al parecer nadie escapa a estar, en más o en menos, viciado por algún lado desde presupuestos más o menos parciales. Pero hacer de ese árbol el objetivo de ataque y defensa, para no querer ver el bosque que se pretende hacer ver, es eludir sínicamente el problema.

Estas voces juveniles hacen “lío” reclamando lo que en parte ha puesto de manifiesto hace unos años el papa Francisco con la encíclica sobre el cuidado de la casa común (Laudato Si’ – 2015). En la cual manifestaba la necesidad de un cambio radical de paradigma de comprensión y de acción, y una clara invitación a apostar por nuevos estilos de vida, que conlleven una opción existencial y ética desde la lógica del cuidado, del hacerse cargo de nuestra casa común, sin olvidar que asumir la fragilidad del planeta tiene una íntima relación con asumir la causa de los pobres y todas las realidades “descartadas”, vilipendiadas, por el lucro y el desenfreno de una tecnología puesta más al servicio del egoísmo que del bien común integral de las personas y del ecosistema (cf. LS, nn.1-16).

El próximo Sínodo sobre la Amazonia (06-27.10.19) puede ser una oportunidad para dar lugar a este clamor profético, desde el rostro de una Iglesia en sintonía con la voz de estos jóvenes y de tantos hombres y mujeres que bregan por cambios reales, sea en los modos de comprensión como en los estilos de vida y en la formas concretas de encaminar nuestra historia. La Iglesia podría dar, desde la escucha a la voz del Espíritu y a las urgencias epocales, un ejemplo de profecía y sabiduría que se pongan sin cortapisas del lado de la vida amenazada, del lado de las voces aborígenes y de los clamores de la biodiversidad en riesgo. En fin, esperamos que como Iglesia, desde diversos sectores, podamos contribuir a generar, con humildad y audacia: «Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral».

p. Antonio Gerardo Fidalgo, CSsR

 

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