Cuando la violencia contra cristianos/as clama una respuesta

 

Cuando la violencia contra cristianos/as clama una respuesta

Que en los últimos tiempos se han incrementado los signos de violencia entre los seres humanos ya no es novedad, pero no por ello es una realidad que se afronte en toda su atrocidad, sea en sus manifestaciones como en sus múltiples causas. Son notorias las violencias perpetradas a los cristianos, así como a otras confesiones religiosas, las cuales son noticia más o menos evidente en algunos medios, pero sin llegar a mostrar su real dramaticidad, personal y sistémica. Es común que se las presente como causadas por tan solo cuestiones de diferencias religiosas, y seguro que algo de ello hay. Pero no se puede negar que el dolor y el clamor de tantas muertes inocentes no pueden quedar relegados a una cuestión marginal, pues todo indica que detrás hay intereses políticos, económicos y socioculturales, que al parecer no habría la mínima intención de afrontar seriamente. Aunque los diversos ataques aparecen como agresión a la libertad religiosa, con el consecuente embate a la libertad de pensamiento y, sobre todo, de conciencia, nos parece que no es solo ni primariamente eso lo que está en juego.

Todo indica que se trata de dar un mensaje claro a modos socioculturales de concebir la vida y destino del planeta. Se trata de sectores que necesitan provocar el caos y la desestabilización, para que sigan reinando focos de violencia y de agresión entre las personas y los pueblos. Se utilizan para ello tanto el tema de los inmigrantes como las religiones, atacando estos sectores se logra por un lado distraer de los verdaderos cauces y causas del sistema y sus variopintos intereses globalizados, y, por otro lado, se logra dar un mensaje claro golpeando a sectores vulnerables y significativos evidenciando que nadie tiene garantizada la seguridad en este mundo si no se doblegan a las propuestas del sistema. Esto que puede ser un supuesto sin base alguna en la realidad nos parece ser una hipótesis a profundizar para poder desenmascarar las verdaderas razones de tan injusta masacre humana, teñida de fundamentalismos religiosos e ideológicos pero al servicio de otros intereses aún más deshumanizantes.

Con todo, en el mientras tanto, el clamor de tanto dolor injusto e inhumano reclama voces y acciones contundentes que dejen de ignorar o relativizar lo que sucede. Los números más o menos oficiales que se pueden recibir de lugares símbolos como Nigeria o India son terroríficos. Se trata de verdaderos genocidios esparcidos por muchos lugares del planeta (Afganistán; Correa del Norte; Eritrea; España; Francia; Irak; Libia; Pakistán; República Centroafricana; Somalia; Sri Lanka; Sudán; Yemen; etc.), sin que se alcen verdaderas voces y se emprendan verdaderos procesos de acción en orden a desterrar esta práctica sistemática de persecución humana.

Los otros días me decía alguien que el Papa debería hablar más sobre la persecución de los cristianos. Puede que sea verdad, aunque no pocas veces se le ha sentido pedir un momento de silencio para orar por «los cristianos que son acusados injustamente y están sometidos a toda clase de violencia» y en la 50a jornada mundial de la paz (01.01.2017) el lema fue «La no violencia: un estilo de política para la paz». Pero claro, ello no basta, hace falta más. Quizás el Papa puede que sea una voz importante que se deba escuchar clamorosa, pero acaso la Iglesia toda debería aportar más datos y acciones eficientes para enfrentar este terrible flagelo, que es complejo y muy doloroso.

p. Antonio Gerardo Fidalgo, CSsR

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