Querida Amazonia: Sueño profético – Camino sapiencial – Horizonte abierto

 

 

 

Hasta ahora las reacciones han sido inmediatas y variopintas. No sin una carga de desilusión, sobre todo para aquellas personas que tal vez esperaban giros revolucionarios intraeclesiales. Hablamos de reacciones más que de recepciones, y esto es ya una clave, sino un síntoma.

Estamos sin duda frente a un texto bien estructurado, bello en su narrativa, por momentos poético, incisivo y no menos esperanzador (texto de la exhortación). Tan utópico como distópico. Tan cargado de sueños y posibles caminos sapienciales, encarnados e integradores, liberadores, que se proyectan con realismo queriendo abrir horizontes de esperanza, para y desde una realidad que es clamor de vida y de dolor.

El papa, que ofrece estas reflexiones como complementarias al Documento final del Sínodo (cf. QA, nn. 2-3), por ende sin quitarle ni rebajarle autoridad ninguna, sigue apostando por un caminar sinodal y eclesial, donde las novedades y respuestas a los clamores de la vida no vienen desde “arriba” sino que serán fruto del caminar juntos/as, realizando el Reino en el aquí y ahora de la historia, buscando cultivar esa fidelidades creativas que tienen tanto sabor a evangelio y tanto aroma al Espíritu, que hace siempre nuevas todas las cosas (cf. QA, n. 69). Desde esta opción, el papa se dirige «a todo el mundo» (QA, n. 5), por ello su mensaje no puede ni debe ser centrado en ombliguismos eclesiásticos. Lo que no quita que siga habiendo deudas eclesiales, temas que esperan ser tratados y asumidos con seriedad evangélica. Como seguir discerniendo la sacramentalidad y ministerialidad de la Iglesia desde perspectivas más evangélicas, inculturadas, ecuménicas e interreligiosas[1].

El papa expresa sus cuatro sueños, sus anhelos más profundos de pastor que no le vienen por imaginación sino por inspiración desde la realidad de la misma Amazonia, y lo hace con la clara convicción que «todo lo que la Iglesia ofrece debe encarnarse de modo original en cada lugar del mundo, de manera que la Esposa de Cristo adquiera multiformes rostros que manifiesten mejor la inagotable riqueza de la gracia» (QA, n. 6). Estos sueños abarcan cuatro dimensiones: social (QA, nn. 8-27); cultural (QA, nn. 28-40); eclógica (QA, nn. 41-60); eclesial (QA, nn. 61-110). Vemos que las tres primeras encabezan la lista y tienen una cierta proporción en cuanto a la cantidad de numerales, eso se justifica porque estamos ante un documento de magisterio social, en clara continuidad con Laudato si’, y además por los destinarios universales, según dijimos. Por otro lado, no pasa desapercibido que la dimensión eclesial, aun siendo la última, ocupa el mayor espacio y que el papa quiere «compartir más directamente con los pastores y fieles católicos» (QA, n. 60). No tenemos aquí el espacio para analizar cada una de estas dimensiones, sus acentuaciones y posibles novedades. Por lo que, a nivel general, nos parece claro que la preocupación central es denunciar y alertar sobre todas las posibles formas de «colonización»[2], frente a esta terrible realidad que sigue poniendo en riesgo la «ecología integral» (QA, nn. 1; 58) se ofrece una respuesta evangelizadora[3] mediatizada por un anuncio[4] encarnado[5] e inculturado[6] a través del ejercicio del diálogo[7] a todos los niveles. Porque, de una parte, «en el momento actual la Iglesia no puede estar menos comprometida, y está llamada a escuchar los clamores de los pueblos amazónicos», por otro lado, «la lucha social implica una capacidad de fraternidad, un espíritu de comunión humana» (QA, nn. 19-20)[8]. Asúmanse cada una de estas expresiones. Por otro lado, hace falta soñar, diseñar, una «tarea educativa» que sepa «cultivar sin desarraigar, hacer crecer sin debilitar la identidad, promover sin invadir» (QA, n. 28). Esto requiere, entre otras cosas, despertar «el sentido estético y contemplativo que Dios puso en nosotros y que a veces dejamos atrofiar» (QA, n. 56).

En definitiva, la apuesta del papa, que nos invita a hacer nuestra, es la de seguir optando «por los más pobres y olvidados»[9], los cuales no pueden recibir ni «un código de doctrinas o un imperativo moral» ni un mero «mensaje social» sino seguir luchando codo a codo con ellos y por ellos «porque reconocemos a Cristo en ellos y porque descubrimos la inmensa dignidad que les otorga el Padre Dios que los ama infinitamente» (QA, nn. 63; 105; 110). Los sueños han sido compartidos, el horizonte queda abierto, solo resta realizar caminos concretos con altura profética y hondura sapiencial.

La Redacción del Blog

 

[1] Cf. QA, nn. 84-90; 92-94; 106-110.

[2] Cf. QA, nn. 9; 14; 16-18; 28-30; 39.

[3] Cf. QA, nn. 71; 75; 78; 104.

[4] Cf. QA, nn. 61; 63-65; 68; 72; 96.

[5] Cf. QA, nn. 6; 7; 60-61; 69; 74; 77; 85; 95; 105.

[6] Cf. QA, nn. 66; 68-70; 72-73; 75-76; 78; 81-82; 85; 95: 105.

[7] Cf. QA, nn. 2; 26-27; 37-38; 66; 90; 95; 101; 108.

[8] Cf. QA, nn. 12; 20; 26; 53; 62; 72; 77; 108; 109; 110.

[9] Cf. QA, nn. 7-8; 13; 16-17; 27; 52; 63; 72; 75-76; 84; 98; 106; 110.

 

 

 

 

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