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Academia Alfonsiana

Los Redentoristas

La Congregación del Santísimo Redentor fue la respuesta de S. Alfonso Mª. de Liguori() a la llamada de Jesús desde los pobres. El año 1730, Alfonso se sintió agotado del trabajo misionero. Los médicos le obligaron a guardar reposo y a respirar el aire limpio de la sierra. Con un grupo de compañeros se dirigió a Scala, en la costa de Amalfi. En lo alto se encontraba el santuario de Santa María de los Montes, un lugar delicioso para el descanso y para la contemplación junto a la Madre del Señor: altura, belleza, y, al fondo, el mar...

web site de la Congregación
del Santísimo Redentor

Pero Scala era también pobreza. En las montañas vivían grupos de pastores y cabreros que se acercaron a los misioneros pidiéndoles el Pan de la Palabra, el Evangelio. Alfonso quedó sorprendido al escuchar su grito de ayuda y recordó el lamento del profeta: "Los pequeños piden pan; pero no hay quien se lo reparta" (Lm 4, 4). Su primer biógrafo nos dice que, al partir de Scala, Alfonso dejó parte de su corazón con los pastores y cabreros y lloraba pensando el modo de ayudarles.

En Nápoles rezó mucho, consultó, pidió ayuda para ver claro... Al fin, comprendió que debía volver a Scala. En Nápoles había pobreza..., pero eran muchos los que pasaban al lado de los pobres y podían ayudarles a salir de la marginación. En Scala los pobres estaban solos, totalmente abandonados. En la época de Alfonso los campesinos eran el grupo más despreciado de la sociedad: "no se les consideraba hombres como a los demás..., eran el oprobio de la naturaleza". Por eso eligió estar a su lado, compartir su vida y regalarles, a manos llenas, la Palabra de Dios.

El 9 de noviembre de 1732 Alfonso Mª. de Liguori fundó, en Scala, la Congregación del Santísimo Redentor para seguir el ejemplo de nuestro Salvador Jesucristo anunciando a los pobres la Buena Noticia. Tenía 36 años. Su vida se hizo misión y servicio a los más abandonados. El año 1749 el papa Benedicto XIV aprobó la congregación.

Los Misioneros Redentoristas continúan el carisma de Alfonso en la Iglesia y en la sociedad. "Son apóstoles de fe robusta, de esperanza alegre, de ardiente caridad y celo encendido. No presumen de sí y practican la oración constante. Como hombres apostólicos, e hijos genuinos de San Alfonso, siguen gozosamente a Cristo Salvador, participan de su misterio y lo anuncian con la sencillez evangélica de su vida y de su palabra. Con plena disponibilidad para todo lo arduo, como fruto de la abnegación de sí mismos, viven preocupados por llevar a los hombres la Redención abundante de Cristo" (Constituciones, nº 20).

Los Redentoristas viven en comunidades misioneras, abiertos a la acogida y a la oración, como María de Nazaret. Por medio de las misiones, ejercicios espirituales, parroquias, apostolado ecuménico, ministerio de la reconciliación y la enseñanza de la Teología Moral proclaman el amor de Dios nuestro Padre que en Jesús "habitó entre nosotros" para hacerse misericordia entrañable y Palabra de Vida que alimenta el corazón humano y le da razones para vivir y construir su historia en libertad y solidaridad con los demás. Y, como Alfonso, hacen una opción muy clara en favor de los más pobres porque afirman su grandeza y dignidad y creen que son los destinatarios preferidos de la Buena Noticia.

Cerca de 6.000 Misioneros Redentoristas trabajan en 76 naciones de los cinco continentes, ayudados por muchos hombres y mujeres que colaboran en la misión y forman la Familia Redentorista. "Nuestra Sra. del Perpetuo Socorro" es el icono misionero de la Congregación.

Con S. Alfonso, han sido canonizados S. Gerardo Maiella, S. Clemente Hofbauer y S. Juan Nepomuceno Neumann; y han sido beatificados nueve Redentoristas.

(Por Manuel Gómez Ríos, C.Ss.R.)