El quehacer teológico debería considerar siempre como su punto de partida y de llegada la realidad histórica, esa realidad con densidad de Kairós, que se manifiesta en esos
El quehacer teológico debería considerar siempre como su punto de partida y de llegada la realidad histórica, esa realidad con densidad de Kairós, que se manifiesta en esos